Voy a empezar presentándome. Me llamo Fernanda, tengo 28 años y lo que más disfruto en esta vida es observar y admirar el cuerpo de la mujer. Es lo más estético que existe en el mundo. Yo soy artista, me encanta pintar e ilustrar. Actualmente me dedico a ilustrar cuerpos de mujeres desnudas y vulvas. Pronto haré una exposición en un museo y me tiene sumamente emocionada. Mi más grande apoyo durante estos meses ha sido mi novia Tania. Ha habido semanas en las que me la paso toda la madrugada en el estudio pintando y creando, realmente si no fuera por Tania ni me acordaría de comer. Justamente por esta exposición no habíamos tenido tiempo de estar solas. Nosotras acostumbramos dedicarnos todos los jueves para ver películas, cocinar, platicar, en fin, lo dedicamos por completo a nosotras. Estas semanas no habíamos podido tener nuestros momentos. Llevábamos aproximadamente 1 mes sin tener relaciones y esa situación no me estaba pareciendo en lo absoluto.
Me falta una pintura para acabar la colección. Pero quería darme un descanso, un descanso junto con Tania. Ella estaba preparando el desayuno y yo poniendo la mesa. -Amor- le dije mientras me acercaba a ella por atrás para abrazarla. -¿Qué pasó Fer?- me contestó al tiempo que me dio un beso en la frente. -Se me antoja dedicarnos un día e ir a nuestro lugar de amor- ella sabe que nuestro lugar de amor es nuestro motel favorito. Dejó de cortar lo que estaba cortando para el desayuno, se dio media vuelta y me vio directo a los ojos. Estaba muy seria. Me tomó de las mejillas -¡Ya te habías tardado en decirme!- me dijo al tiempo que me besaba en la boca. -¿Mañana?- le pregunté. -Mañana- me confirmó y siguió preparando el desayuno.
En la tarde salí a una tienda de juguetes sexuales que está cerca de nuestro departamento. Quería que el día fuera diferente y también sorprenderla con algo nuevo. Me encanta ir a este tipo de tiendas, hay tantos juguetes, colores y tamaños que en momentos me sentía abrumada. En internet había buscado lo que quería, era un dildo con doble punta para que pudiéramos usarlo al mismo tiempo. A Tania le encanta la brillantina y todo lo que brille y justamente encontré este juguete en morado con brillos, le iba a encantar. Entré a la tienda y fui directo a lo que quería, pensar en eso me hacía sentir las famosas mariposas en el estómago. Me encanta Tania, su cuerpo, su olor, su sabor, sus besos, su vulva… todo. Me encanta la idea de compartir un juguete con ella.
Llegué a la casa y escondí el juguete, por supuesto que era una sorpresa. Nos acostamos a ver una película y nos quedamos dormidas. Al día siguiente, nos despertamos y lo primero que hicimos fue abrazarnos. Sentir su cuerpo contra el mío es mi sensación favorita en la vida, sentir su calor y su piel tan suave y cálida. -Buenos días hermosa- le dije. Me contestó con un beso, esos besos que no te esperas, que te roban un cachito de ti. Se levantó de la cama, desnuda y caminó hacia el baño… disfruto verla de espaldas. Se metió a bañar, quise entrar tras ella pero me aguanté. Quería hacer todo en el motel. Salió de bañarse, me bañé yo, desayunamos juntas y salimos del departamento para ir a nuestro lugar.
Llegamos y pedimos una villa. Nos gusta tener privacidad. Entramos al cuarto y yo tenía que hacer pipí urgentemente. Entré al baño y al salir Tania estaba en la cama con una tanga de encaje negra y un bra muy pequeño, que prácticamente le cubría los pezones. Estaba acostada en la cama con esa sonrisa que tanto amo. -Ven- me dijo. Me acerqué y ella se acercó a la orilla de la cama, yo me senté a su lado. Nos veíamos de frente, acercó su cara hacia la mía, rozando mis labios sin embargo no se acercó más. Se quedó ahí, cerca de mis labios, inmóvil. Yo quería besarla, pero entré al juego. Sentía cosquilleo en mi estómago y vulva. Sentía su respiración en mis labios, su aliento atravesando mi cara y sus ojos penetrantes viéndome sin desviar la mirada. Sentí sus manos tocar suavemente mi espalda baja, subían lentamente hasta llegar a mi nuca, la tomó fuertemente y me besó. Fue de esos besos que hacen que el tiempo se frene por un momento, su lengua jugueteaba en mi boca y en momentos desaparecía y únicamente sentía sus labios en los míos. Pasé mis brazos por detrás de ella y le desabroché el brasier. Ella tomó mi playera por debajo y la subió para quitármela, yo no llevaba top. Mi cara bajó hacia sus senos, me encantan, para mi son perfectos. Lamí sus pezones una y otra vez, a ella le encanta que haga eso.
Decidimos quitarnos por completo la ropa y acostarnos en la cama. Nos besamos un rato y mi mano comenzó a viajar por su cuello, sus senos y pezones, su abdomen y me frené cuando llegué a su entrepierna. Me quedé ahí un rato acariciándola, eso la humedece, pareciera que su vulva me pide que la toque pero yo me niego. Tania abrió sus piernas como señal de que quería que la tocara. Mis dedos comenzaron a hacer círculos alrededor del clítoris, pasando por el capuchón y el orificio vaginal. Tocaba todo menos el clítoris, seguía con los círculos, en ese momento sentí su mano tocar mis senos y pellizcaba suavemente mis pezones, eso me excitaba demasiado. Sentía mi vulva sumamente húmeda, quería que me tocara.
Nos separamos por un momento y aproveché para levantarme e ir por el juguete. -Amor, te tengo una sorpresa- le dije mientras sacaba el juguete de la bolsa. -Fer tiene brillitos ¡te pasaste! me encanta- me dijo mientras me acercaba a la cama para entregárselo. Lo vio y tocó por un rato. Me volteó a ver -¿Está lavado?- me preguntó. -Claro- le contesté con una sonrisa. Tomó un extremo del dildo y lo metió a su boca mientras me veía. Con la otra mano comenzó a tocarse sola. Nunca había hecho eso, y verla me estaba haciendo sentir muy excitada. Me quedé ahí un rato, viendo como se tocaba y como se disfrutaba. Yo comencé a tocarme, mi vulva me pedía que lo hiciera y le hice caso. Tania me vio hacerlo y a continuación sacó el dildo de su boca y lo comenzó a pasar por su vulva. Acariciaba su clítoris con el juguete, lo hacía de arriba hacia abajo, empezó a gemir. Los gemidos de Tania durante el sexo eran de mis sonidos favoritos, es tan sexy escucharla. Se acostó con las piernas abiertas y siguió masturbándose con nuestro juguete.
Yo me acerqué a ella, le quité el juguete por un momento y me fui directamente en medio de sus piernas. Comencé a lamerla, una y otra vez. Lamía su clítoris unos segundos, después me desviaba al capuchón y luego bajaba hacia su orificio vaginal. Yo seguía tocándome. Ella comenzó a hacer movimientos con su pelvis. De pronto se sentó, me quitó de su vulva me vio directamente a los ojos. -Acuéstate- me dijo. Le hice caso, el techo del cuarto era de espejos. Acostada abrí mis piernas y Tania comenzó a lamerme. Aparte de sentir todo lo que estaba provocando Tania en mi, vernos al espejo encendió la situación al máximo. Me excitaba vernos, nuestros cuerpos se conectaban perfectamente. Sentía la lengua de Tania juguetear por encima de mi clítoris. Me encantaba el contacto directo en el clítoris. Estaba cerca del orgasmo por lo que le pedí que parara. Nos sentamos una frente a otra, tomé el juguete y lo acerqué a la vulva de Tania. Comencé a insinuarlo por encima de su orificio vaginal, estaba tan húmeda que sin querer entró la punta del dildo, ella tomó mi mano y lo metió más profundo.
Lo metía y lo sacaba. -Lento- me pidió. Le hice caso, lo hacía muy lento. Yo ya estaba húmeda. Con mi mano libre, tomé el otro extremo del dildo y lo metí a mi vagina. Estaba igual de húmeda que Tania. Me quitó la mano del dildo y comenzó a moverlo. Estábamos sentadas una frente a la otra con nuestras piernas entrelazadas y el mismo dildo penetrándonos a las dos. Había fantaseado por mucho tiempo con esta escena. Tania comenzó a moverlo cada vez más rápido. Nos veíamos directo a los ojos, estábamos conectando como hace mucho tiempo no lo hacíamos. El placer se veía en su cara, su sonrisa y sus ojos entrecerrados. Sentía tanto placer cuando el dildo entraba y salía. Lo sentía perfectamente en mi canal vaginal, estaba cerca. Por la cara de Tania ella también. -Más rápido- le pedí. Me hizo caso y comenzó a moverlo cada vez más y más rápido. -¡No pares!- le grité. Ella comenzó a gemir, subía el tono al tiempo que aceleraba el movimiento con el juguete. Teníamos una comunicación tan profunda que nos comunicábamos a la perfección con nuestra mirada. Ella también estaba cerca. Nuestros ojos nos indicaron que estábamos muy cerca de llegar al orgasmo. Llegamos, llegamos juntas. No muy seguido ocurre esto. Gimió al mismo tiempo que yo, no dejaba de mover el juguete, yo me acosté, mis brazos no me soportaron más. Ella terminó tumbándose en la cama. Nos vimos en el espejo del techo. -Eres perfecta- me dijo al tiempo que se acostaba encima de mi. -Y esto solo es el principio del día amor-